Es pronto, amanece en la capital, se despierta Madrid y con ella, se despierta él. Es pronto, como un día cualquiera debe levantarse para ir a trabajar. Esta vez está solo y pensativo, ya que después de lo ocurrido unos días atrás, su cabeza no deja de dar vueltas y sobre todo a ese pensamiento que no se libera y sigue en su cabeza. Se ha ido para no volver, se ha ido para siempre. Su padre ya no iba a volver nunca más, no había un retorno ni ninguna forma de conseguir rescatar unos días más para que pudiera despedirse de él y darle las gracias por todo. ¡Para ya!, piensa él mientras se tortura por no haber pasado el suficiente tiempo con su padre en estos últimos días de su vida. Solo tiene veinte años y la vida le va poniendo obstáculos cada vez más difíciles de superar. La mañana se hace corta, el trabajo no le deja un momento para pensar. Una vez terminada la jornada laboral, pasear por la Gran Vía le hace estar despejado, la gente va y viene de una forma descontrolada pero a su vez ordenada, todo el mundo anda en ambas direcciones, y él forma parte de esta multitud que sigue una dirección.
A lo lejos aparece ella, sí, es ella. Siempre que él la necesita está allí y ahora sin duda alguna lo único que él quiere es su compañía. Él no sabe si la quiere, pero lo que si sabe es que le gusta estar con ella y de momento, es suficiente. Ella no dice nada, sabe que lo único que él necesita es olvidar. Él le pide cariño, pero no solo con la mirada, sino con palabras, él la necesita a su lado y ella lo sabe. La tarde también se evapora y Madrid vuelve a oscurecer, pero está arropado por las luces de la Gran Vía. Se tienen el uno al otro y eso ahora mismo es lo único que les hace olvidar lo que ha pasado .La magia que desprenden las calles de Madrid, la noche que se pierde y se deshace, mientras ellos se desvanecen por estas calles que les llevarán a su casa. Acaba el día que se funde hasta terminar por completo, para así poder empezar uno nuevo.
Me ha encantado la expresión "la tarde se evapora" :)
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